CUADRO I (serie del HOMBRE DE VITRUVIO) "PERCIBIR" (TAMAÑO MEDIO; TÉCNICA: ENCÁUSTICA SOBRE MADERA) La figura se suspendía hierática en un vacío aparente, con los brazos en cruz y las piernas juntas. Una suerte de Vitruvio despojado de toda su grandeza.
La carne de la figura se pegaba anoréxica a los huesos, caía flácida en los brazos, se hundía putrefacta en las mejillas y las cuencas… líquidas… de los ojos parecían haber absorbido todo rastro de cordura que pudiera haber evocado la perfecta simetría del títere.
El fondo, un negro degradado y roto de tintes misteriosos, era oscuro y profundo, en apariencia pesado y asfixiante... pero no tanto como el shock que producía ver aquella figura, tan inhiesta, suspendida dolorosamente en el vacío intentando guardar aún cierta honra de difunto.
CUADRO II (serie del HOMBRE DE VITRUVIO) "COMPRENDER" (TAMAÑO MEDIO; TÉCNICA: ENCÁUSTICA SOBRE MADERA) La siguiente figura suspendida, en idéntica postura que la anterior, era toda ella piel cetrina colgando de forma grotesca sobre el hueso. Recorrer el cuadro con la vista casi dolía al no encontrar por ninguna parte carne a la que poder aferrarse, suaves pinceladas amarillentas abrigaban al hueso, eso era todo.
Los innumerables pliegues y arrugas de la piel hacían la figura humana casi irreconocible, grotesca, tan desoladora que avasallaba el alma. Los ojos, más que locos, ahora parecían histéricos. La rabia desencajaba los rasgos del espantajo y enturbiaba sus iris licuados de cuasimuerto; pese a ello, guardaban semejanza con los del primer cuadro… orgullosos, altivos…
El contraste de color en cambio era mayor, y el shock ya no era tal: se había convertido en puñalada. Era imposible apartar la mirada de aquel color, la Muerte solo podía tener ese color… ¿quién sería tan cobarde de mirar hacia otro lado?... la apariencia del títere llenaba de compasión y a la vez incomodaba, como el mendigo con el que te ves obligado a cruzarte, pero al que no eres capaz de volver la cara porque aún le consideras Alguien.
CUADRO III (serie del HOMBRE DE VITRUVIO) "ACEPTAR" (TAMAÑO MEDIO; TÉCNICA: ENCÁUSTICA SOBRE MADERA) Ahora la figura variaba en su posición, las piernas se mantenían igual, pero los brazos se alzaban a ambos lados hasta la altura de la cabeza.
Vitruvio crucificado.
La imagen era tan impactante que esta vez sí que era posible captar en el esperpento la grandeza del original; más por el desasosiego existencial que provocaba el conjunto, que por el paupérrimo residuo de humanidad que pudieran significar los huesos de un esqueleto.
El color marfil, pese al contraste con el fondo, no resaltaba demasiado por su baja y enturbiada tonalidad. Los huesos parecían tener una textura llena de estrías, rugosa más que lisa, le faltaban algunas esquirlas. El juego de luces y sombras en ellos era delicado, el esqueleto parecía emerger del fondo, de una oscura cueva donde hubiera estado preso hasta perder todos sus atributos humanos salvo aquel lacerante despojo de huesos ajados, vieja gloria de tiempos pretéritos.
No obstante, la tragedia que en un primer momento pudiera evocar el maltratado títere reducido a simple esqueleto pronto desaparecía… pues esa figura, como las otras, tan inhiesta en el vacío, en absoluto podía ser trágica.
CUADRO IV (serie del HOMBRE DE VITRUVIO) "ASIMILAR Y SER" (TAMAÑO MEDIO; TÉCNICA: ENCÁUSTICA SOBRE MADERA) La última figura era catártica. Ya no residía su grandeza en su hieratismo, sino en la serenidad y el perfecto equilibrio, si es que el rostro burlón de una calavera puede ser considerado afable y la Muerte el principio y no el final.
Ahora el esqueleto resaltaba sobre el fondo, el claroscuro no estaba tan presente, se había sustituido por el sfumato, de tal forma que el marfil de los huesos parecía haberse aclarado un poco, aunque conservara los signos de su vejez.
Sin embargo en esta ocasión, aunque la postura de la figura era la misma que en el cuadro anterior, solo que con las piernas separadas, el lienzo estaba dividido sutilmente en dos mitades: dos mitades que no se podían separar en línea recta, sino persiguiendo la voluntad voluble y caprichosa de la pincelada.
En la parte izquierda del lienzo la figura del esqueleto dominaba sobre el fondo, el hueso parecía tan real que casi podía tocarse; mientras que si se desplazaba la vista hacia la derecha, se podía ver cómo la materia ósea se iba desintegrando de manera irregular, absorbida... o succionada más bien... en su contacto con el vacío del fondo, quedando en su lugar tan solo la ensoñación simétrica de su reflejo.
En su conjunto, el cuadro no trasmitía angustia como los dos primeros ni tampoco frialdad como el tercero ni mucho menos altivez ni soberbias pasadas… era algo nuevo.
Un concepto puro, impactante y demoledor por su perfección a bocajarro; visceral, desgarrador, trágico y desolador, a la par que dolorosamente lírico, hermoso y sugestivo, etéreo e... inefable… transmitía una inquietante y sobrecogedora ataraxia, una armonía y un equilibrio desquiciante y enigmático, harto confuso pero inevitable por su inherente magnetismo visual.
El lienzo era una evidencia tan clara como la propia Muerte y, al mismo tiempo, esquiva como la Vida.
N.A.: descripción de los cuadros que pinta la protagonista femenina, su alter ego creativo: Mnemea. El Hombre de Vitruvio de estos cuadros le obsesiona y la persigue en sus sueños y pesadillas. Es una metáfora creativo-onírica de su depresión. Quien mira los cuadros es el protagonista masculino (nihilista negativo)
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