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NIÑEZ: 6 AÑOS
------------------- La primera vez que miré cara a cara a la Muerte tenía tan solo seis años: el primer día que mi Padre me llevó de caza.
No entendía nada y a la vez lo entendía todo, solo que me negaba con todas mis fuerzas a aceptar la Respuesta… era demasiado cruel, no tenía sentido, no era justo… y me seguí negando durante mucho Tiempo pese a la evidencia.
Hasta que el TIC-TAC fue tan clamoroso y ensordecedor que se impuso sobre todo lo demás.
Ahora soy incapaz de escuchar otra cosa que no sea a la Parca tras mis pasos… salvo la Música, claro… la Música tiene el poder de embellecer a la mismísima Muerte. Gracias a ella ya no solo me persigue su no-presencia, también lo hacen las notas y los silencios, sus diferentes tonos, tempos, melodías sin descifrar, ritmos de ultratumba y armonías celestiales… tan misteriosos y sugestivos que rivalizan en insistencia y desasosiego con el segundero de mi angustia. Sin duda es un privilegio haber sido bendecido con la gracia de Euterpe.
Solo gracias a ella sigo con vida.
Solo gracias a ella me mantengo cuerdo... o al menos eso creo...
Por aquel entonces Yo no conocía a la(s) Musa(s), únicamente el dolor y el rechazo de mis "semejantes". Tan solo percibía Sonidos que era incapaz de descifrar y transformar en notas musicales, desconocía el lenguaje de las estrellas, la gramática silente de los pentagramas.
Allí en el Monte en cambio me sentía como uno más, hasta que el Monte se convirtió en mi Hogar y yo en una de sus criaturas.
Soy el único de mi especie, pero nunca me sentí solo… era mi hábitat, formaba parte del ecosistema, allí había nacido Yo… allí era donde pertenecía… donde me sentía conectado con el Todo hasta sentirme insignificante y olvidarme de la mierda que los Otros me hacían tragar, de la soledad inherente a la existencia humana... demasiado humana...
Allí era feliz... feliz de verdad... pero a la Vida le dio absolutamente igual.
Y me arrancó de los brazos de la Madre Naturaleza, del mismo modo que la Muerte me arrancó cruelmente del regazo de mi Santa Madre...idéntico dolor, idéntica rabia, idéntica impotencia, idéntica tristeza, idéntica angustia, idéntico desarraigo, idéntico genocidio...
Idénticas dudas. Idéntico miedo. Idéntica incomunicación. Idéntica soledad.
YO... NUNCA volví a ser el mismo.
N.A.: autobiografía manuscrita del protagonista masculino nihilista negativo. Este fragmento narra los orígenes de sus Alter Egos animales (los más subconscientes): el Lindo Gatito (negativo) y el Búho Anacoreta (creativo).
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