19 / 08 / 2016 C/ Rincón del Subconsciente, s/n Tus recuerdos atormentan mis sentidos, hienden mis pensamientos como el vendaval que empuja a las olas para que esculpan su (V)iolencia en la roca. Entonces no entendía nada, y (AH)ORA mucho menos.
Querido Sísifo, ¿recuerdas cuando salíamos a mirar las estrellas?
Íbamos al (A)tardecer para ver mudar los colores del cielo, a mí me gustaba el tono anaranjado que hacía que cualquier época del año pareciese otoño, mi preferida. Tú sin embargo, siempre en sentido contrario, dabas la espalda a los resquicios de Sol buscando la Luna, los tonos malvas que degeneraban de azul a negro hasta que lo agujereaban las estrellas.
Yo era de otoño y tú de noche, pero a los dos nos cautivaban aquellas pequeñas criaturas suspendidas en la oscuridad y la Nada... justo igual que nosotros, que ni siquiera estábamos donde se suponía que debíamos estar, como ellas.
Recuerdo que nos parecía una estupidez contarlas, nunca lo intentamos, las matemáticas solo son números… ¿qué cojones van a saber del Universo? El sentido de la (V)ida no puede reducirse a una fórmula alfanumérica, te negabas a creerlo.
Tú te sentías parte de ELLO.
Cuando mirabas hacia arriba lo hacías con tristeza, anhelabas estar allí, colgado junto a las estrellas; te fastidiaba tener que esperar a morir para formar parte de todo aquello.
“La conciencia pesa demasiado y no me deja”, me decías.
Y yo quería flotar contigo hasta allí arriba, pero mi conciencia también pesaba.
Y sigue pesando.
(AH)ORA entiendo por qué estabas triste, querido Sísifo. Me siento (A)nclada a la tierra y quiero respuestas, quiero flotar,.. Deseo ser polvo de estrellas…
Soy joven, pero me siento (V)ieja. (AH)ORA entiendo tus lágrimas de (A)nciano.
Cuestionar al sinsentido es lo único que nos queda, ¿quién somos?, ¿a dónde vamos? No importa. Lo que importa es que nos sigamos preguntando…
¿Recuerdas el Silencio?
Nunca me dio miedo aquel Silencio, apenas hablábamos, nos limitábamos a mirar hacia (A)rriba y seguir preguntando. (AH)ORA también escucho el Silencio, pero esta vez lo temo, no lo recorre ningún pensamiento.
Quien mira hacia (A)rriba lo hace para ver si llueve.
A nosotros nunca nos importó mojarnos.
Nos tirábamos horas colgados de las estrellas y nunca eran suficientes. Aquel era nuestro hábitat, cuando mirábamos hacia arriba y una pregunta sucedía a otra, sin ninguna respuesta, sin ninguna conclusión, solo interrogaciones que nos (A)hogaban.
Solo allí sentíamos que pertenecíamos a algo, nosotros los desarraigados.
La tierra llenaba de polvo nuestros cuerpos, retozábamos como locos a falta de poder flotar… dibujabas las constelaciones en mi piel y las deshacías a caricias y a besos.
“¿Cuándo tendré la oportunidad de besar a una estrella?”
Pero tan solo eran de tierra.
Las estrellas lloraban su soledad sobre nuestros cuerpos, igual que Tú y Yo llorábamos la nuestra, juntos, arropados con polvo y Nada, en aquella noche que ojalá fuese eterna.
(AH)ORA entiendo. Tu tristeza, que me dieras la espalda y prefirieras la noche al otoño de las hojas en el cielo.
(AH)ORA entiendo. Porque yo también me giro, toco la tierra y siento cómo se hace pedazos entre mis dedos.
...déjame dibujar a mí también constelaciones en tu cuerpo, yo también quiero dar ese beso…
(AH)ORA entiendo. Te sentías a la vez grande y a la vez pequeño, sentías que Todo era Nada y la Nada lo era Todo.
(AH)ORA entiendo. Tú empujabas tu Roca Maldita por el Universo, mientras que la mía tan solo hacía crujir las hojas justo antes del invierno.
FOTO: pinterest
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