SERIE DE CUADROS. TAMAÑO: MEDIO-GRANDE. TÉCNICA: ENCÁUSTICA SOBRE MADERA, CON ESPÁTULA (PARA EL ENCAUSTO DURO) Y CON PINCELES DE CERDA (PARA EL ENCAUSTO BLANDO); DURO EN LA TEXTURA DEL ASFALTO (CON ARENA EN EL GESSO), EN EL CIELO AL ALBA, EL SOL Y LAS NUBES; BLANDO PARA EL RESTO DEL CUADRO; TINTA CHINA MUY DILUIDA PARA LA NEBLINA Y EL ROCÍO. Todos los cuadros de la serie son apaisados y tienen como escenario la misma Carretera de la misma ciudad post(A)pocalíptica: una calle comercial desolada y medio en ruinas, varían los personajes que aparecen representados en primer plano y la cúpula celeste.
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Esta pintura planteaba las primeras novedades, la cúpula celeste había cambiado: el Sol trémulo de la (A)lborada se colaba entre las tímidas nubes y teñía su esponjosidad con un sutilísimo sSsSsSfumato. La neblina matinal languidecía sobre el asfalto y el rocío centelleaba en los (V)idrios rotos de los botellines, las litronas y los escaparates que salpicaban las aceras e incluso llegaban a germinar en la brea magnética debido al impacto ultra(V)iolento que los había estallado. Además, había una nueva invitada entre los límites del marco, completamente desubicada en el medio de la calle.
Se trataba de una Niña Salvaje, flaca y menuda con el cabello muy, muy luengo: cubría su espalda con ligeros y henchidos bucles castaño oscuro hasta rodear sus tobillos. Tenía los labios pintados de rojo y su núbil rostro de hollín y sangre con motivos de guerra tribales. Intrincadas líneas rojas, espirales negras, círculos concéntricos de ambos colores y enigmáticas runas chamánicasSsSsS eran el único abrigo sobre la cal (V)iva de su piel. Vestía tan solo una especie de tapacoños de hojas verdes trenzadas; de algunas de ellas, más largas que el resto, colgaban conchas y piedrecitas de colores, sus destellos tintineaban a la altura de sus rodillas, o lo harían si no fueran tan solo gotas de pintura.
Pese al (A)sfalto irregular, sembrado de cristales, basura y desechos fecales, la Niña Salvaje iba descalza, reacia a deshacerse de sus primitivas costumbres en la Selva. Un Paraíso perdido porque la había perdido a ¿Ella?, tenía unos pies menudos y ligeros, en apariencia delicados y en la planta endurecidos por la de (A)ños luz que llevaría camin(A)ndo hacia ninguna parte; pulseras de caracolas blancas adornaban sus huesudos tobillos. Sísifo no pudo evitar detener la indiscreta pupila en sus incipientes tetitas al descubierto, fibrosas picaduras de (A)beja Reina con tacto de polen.
La Niña Salvaje permanecía plantada en mitad de la calle interrumpiendo el paso, completamente desarmada y t(A)n-t(A)n fuera de lugar que...
El Lobo ¿Feroz? olisqueaba su mano abierta y extendida palma arriba, mirándola a los ojos con genuina curiosidad, extasiado por su pureza salvaje. La Niña sonreía porque el Lobito le hacía cosquillas con la humedad de su impetuosa nariz; su expresión era bellísima, t(A)n cándida, t(A)n ingenua... pero en absoluto inocente a juzgar por la beligerancia de su "atuendo", t(A)n-t(A)n fuera de lugar y de época como ella misma. Pese a Ello, su rostro resplandecía con la proporción (Á)urea al son de su boquita de piñón y su mirada de miel se derramaba sobre la de su lobuno (A)migo, a su lado era t(A)n-t(A)n poquita cosa que un simple ladrido podría llevársela volando de un momento a otro.
El des(A)rraigo de la Niña Salvaje era patente, lacerante.
Era un Rayo de Luna pero allí estaba, a plena luz del día.
Pese a su apariencia harto contradictoRia y su desconfiado carácter nómada, sus ojos avellanados resplandecían con luz propia: habían sido pintados para deslumbrar con su brillo líquido rusSsSsSiente, no para petrificar a nadie.
Se fundían con los de su ¿nuevo? (A)migo que centelleaban con mirada crepitante en su testa alzada por la más primitiva curiosidad: las pupilas ajenas, el propio espejo. Una mise en (A)byme ocular en miniatura que reflejaba sus (V)erdadHera(sSsSsS) (A)pariencias: Hades, dios del Inframundo; y la Gorgona, maldita por hombres y por mujeres.
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N.A.: cuadro pintado por Mnemea (la protagonista femenina, nihilista negativa). Representa la figura onírico-metafórica de Hades (el protagonista masculino, nihilista positivo): un lobo; también muestra su propia figura onírico-metafórica: la Niña Salvaje. El cuadro lo pinta justo antes de iniciar su relación (A)morosa con el Lobito ¿Feroz?, debido a sus dudas: teme acabar como Perséfone. El cuadro es observado por Sísifo (el protagonista de género no-binario, nihilista fluido).
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FOTO: pinterest.
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